Si alguna vez has pasado un rato en la playa, seguro que te has fijado en algo curioso: el mar parece tener vida propia. A veces el agua llega casi hasta tus pies, y otras veces se aleja tanto que deja al descubierto grandes extensiones de arena. Ese vaivén del mar… es la marea.
Pero ¿por qué pasa eso? ¿Qué fuerza misteriosa hace que el océano “respire” así? No es magia, ¡es pura ciencia y un poco de gravedad cósmica! La respuesta no está bajo el agua, sino arriba… mucho más arriba. La Luna, sí, esa bola brillante que vemos por las noches, tiene mucho que ver en este baile constante del mar.
Respuesta rápida
La marea sube y baja porque la Luna y en menor medida el Sol tiran del agua del océano, creando puntos donde el nivel sube (mareas altas) y otros donde baja (mareas bajas). Al girar la Tierra, pasamos por esos puntos y notamos el cambio. La posición del Sol y la Luna afecta la intensidad de las mareas, y la forma de la costa también influye en cómo se manifiestan. ¡Es un espectáculo natural que nunca se detiene!
La Luna nos mira… y también tira del agua
La Luna ejerce una fuerza invisible sobre nuestro planeta: la gravedad. Aunque no es tan fuerte como la gravedad de la Tierra, sí es lo suficientemente poderosa como para influir en algo tan grande como los océanos. Es como si desde allí arriba estuviera tirando suavemente del agua hacia ella.
Justo debajo de donde está la Luna, el agua se eleva un poco, formando una especie de abultamiento: eso es lo que llamamos marea alta o pleamar.
Pero ahí no termina la historia. En el lado opuesto de la Tierra, donde la Luna ni siquiera se ve, también se forma otro abultamiento de agua. Esto ocurre porque la Tierra y la Luna giran juntas alrededor de un centro de masas común, y la inercia genera esa segunda marea alta. Piensa en ello como si la Tierra fuera un balón: la Luna tira de un lado, pero al mismo tiempo, el balón «se estira» por el lado contrario debido al movimiento conjunto. Así, hay dos mareas altas a la vez: una del lado de la Luna y otra en el lado contrario.
Como la Tierra gira, cada lugar pasa por esos dos “picos” de agua y también por zonas donde el nivel es más bajo. Por eso, en la mayoría de los lugares del mundo, vemos cómo el mar sube y baja dos veces al día. Es decir, cada día tenemos dos mareas altas (pleamares) y dos mareas bajas (bajamares).
El Sol también entra en juego
Aunque la Luna lleva la voz cantante, el Sol tampoco se queda atrás. Su gravedad también influye, aunque su efecto sea menor por estar mucho más lejos. Pero cuando el Sol y la Luna se alinean —en las fases de luna nueva y luna llena—, sus fuerzas se suman y provocan mareas aún más intensas, llamadas mareas vivas.
En cambio, cuando el Sol y la Luna están en ángulos rectos respecto a la Tierra (durante los cuartos creciente y menguante), sus fuerzas se contrarrestan parcialmente. Así nacen las mareas muertas, más suaves, con menos diferencia entre la marea alta y la baja.
Imagínate que el Sol y la Luna son dos amigos empujando un columpio. Si empujan juntos, el columpio sube más alto. Pero si uno empuja mientras el otro frena, el movimiento se suaviza.
No todas las playas son iguales
Algo interesante es que no todos los lugares experimentan las mareas igual. En algunas costas, como en la bahía de Fundy (Canadá) o en Mont Saint-Michel (Francia), puedes ver diferencias de varios metros entre la marea alta y la baja. Pero en otros sitios, como en el Mediterráneo o el Caribe, apenas se nota.
Esto tiene que ver con factores geográficos: la forma de la costa, la profundidad del mar, la existencia de canales o bahías… todo puede influir en cómo se mueve el agua. Es como si el océano tuviera diferentes “acústicas”, y dependiendo de dónde estés, el eco de las mareas suena más fuerte o más apagado.
¿El agua realmente entra y sale?
Aquí viene un dato curioso: el agua no entra y sale del mar como si fuera una puerta. Más bien, el nivel sube y baja como una gran ola muy lenta. El agua se mueve horizontalmente, formando corrientes llamadas corrientes de marea, pero lo que más notamos es ese movimiento vertical: arriba y abajo.
Así que no es que el mar “retroceda”, sino que simplemente su nivel cambia. A veces parece que el océano se acerca a ti, otras veces se aleja… pero todo forma parte de un ciclo tan antiguo como la Tierra misma.
Un mundo que se adapta al vaivén
Este baile constante del mar no solo nos fascina a los humanos. Muchas criaturas marinas, como cangrejos, caracoles y algas, han adaptado su vida a este ritmo de mareas. Algunas se esconden cuando el agua se retira, otras buscan alimento en las zonas que quedan al descubierto. ¡Es un ecosistema en constante movimiento!
¿Y por qué tarda un poco más de 12 horas?
Bueno, esto ya suena a matemáticas, pero te lo explico rápido. Como la Luna no está quieta, sino que gira alrededor de la Tierra, cada día tenemos que girar un poquito más para volver a estar frente a ella. Por eso, entre una marea alta y la siguiente pasan unos 12 horas y 25 minutos, no exactamente 12 horas.
¿Te habías fijado en las diferencias de marea en distintos lugares?